lunes, 16 de noviembre de 2009

Estela de acero [Parte 2]

Al salir de la universidad se dirigió a iniciar los preparativos y a llevar documentos sobre Omicron y Sigma. Mientras buscaba en estos, se encontró con una sección de cuentos que estaban en muy mal estado pero recordo eran legibles vio la leyenda en la que una niña robot se preguntaba el porque al ser similar a un humano no podia ser vista por igual ante la sociedad, y Bell se preguntaba si esa niña en realidad existío, y de ser asi porque todo seguia igual, porque la universidad tenia que estar oculta ante los ojos de la humanidad, tanto le temían a los robot aún, porque si les temian tanto aun los enviaban a rescatar a la humanidad, pero esas cosas ya cambiaron... o no.


Al llegar al puerto espacial buscó el andén del que saldría. En el camino se encontró con el embajador de Ómicron que al parecer se había enterado de que Bell se dirigía hacia allá, Bell lo vio y lo saludo amablemente.


-Embajador, un placer el verle.


El embajador que era más pequeño de estatura que la media poblacional, tenia el cabello con un corte al estilo militar, llevaba un traje oscuro con la bandera de Ómicron cerca de la bolsa derecha de su saco, tenia una cicatriz cerca de la sien en forma linear. Se veía que era un hombre duro y de carácter hostil.


-Robot, ¿Quién le dio permiso de dirigirme la palabra?.


-Embajador aqui en la Tierra los Robots somos tratados por igual, como un humano trata a otro humano, y se nos llama por nuestro nombre, mi nombre es Bell Sullivan.


-¡Bah! ¡Tonterías! En la tierra les hacen pensar eso para que sigan realizando el trabajo sucio.Pero en el fondo aun les tienen resentimiento, o no Robot, acaso nunca te has preguntado el porque la Universidad solo la conocen personajes importantes, y porque se mantiene tan secreto ante la sociedad, o mejor dicho como una leyenda del gobierno sabes, en la antigüedad sabias que en la tierra utilizaron a los robots como esclavos, pero espera aun siguen siendo esclavos, no espera, aun los utilizan como se decía en la antigüedad oh si, carne de cañón, así que no vengas con tonterías de que son iguales.


-Le recuerdo que mi nombre es Bell Sullivan embajador, y lo que me acaba de comentar me hace pensar en una serie de preguntas que me gustaría hacerle. Imagino que se dirige a Ómicron en el crucero interestelar a bordo del Leviatan.


-Mi querido Robot estaré contento de tenerlo en mi camarote, lo espero a la hora de la comida, si es que come algo Robot.


Bell asintió con la cabeza y ambos personajes se despidieron para dirigirse al Leviatan.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Estela de acero A.D.R.[3]

0011
Era inteligente, parco, tímido, solitario.
Siempre estaba sentado bajo un manzano.
Lo que le pasaba lo escribía en un diario.
Y sus pensamientos los plasmaba en un piano.

Desde niño con astucia y sabiduría,
Se enfrentaba con valentía a sus temores.
También con mucha rabia agredía,
A niños y jóvenes, chicos o mayores.

Fue pobre de nacimiento,
Pero fue rico en conocimiento.
Muchos, de mucho tiempo le siguieron,
Muchos, por él y para él murieron.

Don Ricardo era el nombre,
De aquel quien le enseñaría,
En la vida y muerte ser hombre,
Y también saber a quién odiaría.

Tenía doce años, tenía mañas.
Don Ricardo muy bien las conoce,
lo tomó y lo juntó con "Las Arañas",
De maleantes, los mejores doce.

El primer atraco se encontraba ya cerca.
Estaba listo para ganar.
Robar millones al banco era su meta.
Y por lo menos a diez matar.

Como tocar teclas era,
Para él, de cualquiera la vida quitar.
No importaba quien fuera,
Tan sólo quería su melodía tocar.

Así fue de niño y así de joven,
Sacando de sus órbitas, los ojos.
Atravesando cualquier abdomen,
Matando a los hombres a su antojo.

Llegó a dar levantones en sus años mozos.
Ejecutó a cientos, enterrándolos en pozos.
Estuvo involucrado en muchos fraudes.
Por eso, el pueblo de él hacía alardes.

Era narco. Traficaba órganos de metal.
Estos no eran de humano, ni de animal.
Eran de androide y los cobraba bien.
Llegó a juntar de millones, más de cien.

Pero su alma no era oscura,
Ni su boca escupía hiel.
Él llegó a amar con locura
Y se le erizaba la piel.

Amó a una mujer y la disfrutó.
Ni con pétalo de rosa la tocó.
Mientras que a otros, él despreciaba,
A ella todo su corazón le otorgaba.

Tuvo un hijo en quien su fe puso,
Sería más grande, que él más listo.
Retomaría su trabajo inconcluso,
El hombre más valiente jamás visto.

Su misma estirpe, la luz del solo develaba,
Misma mirada, misma sonrisa portaba.
También el coraje que el narco tenía,
En el alma del niño ésta sonreía.

Un cártel contrario a ellos detuvo,
De sus autos bajaron sin gran apuro.
Con armas plásmaticas a ellos bañaron.
A su esposa y niño, los narcos mataron.

Desgarróse el alma de nuestro protagonista,
Pues su tesoro le había sido quitado.
Juró venganza contra cualquier contrabandista,
De aquel cártel con corazón desalmado.

Ahora el piano emanaba otro sonido,
Sus melodías ahora se escuchan extrañas,
Ya que su obra anunciaba con quejido,
Que nacía desde el fondo de sus entrañas.

Estela de acero A.D.R.[2a]

Continuación de 0010

Ella -
¿No ha sido el azteca el que conmueve corazones?
¿No ha sido él quien perturba mi piel con su cantar?
A quien devoro con mi pensamiento.
¿No ha sido él quien con sus ojos me ha penetrado?
Quien lleva mi mente a parajes lejanos,
y puso a mis pies pavo reales y cenzontles.
Adornóme con jade y piedras preciosas.
¿No ha sido él?
Ahora te pido que seas tú él que reclame este cuerpo,
que has conquistado con tus luceros negros,
tal como lo hicieron con tu tierra.

Él -
Me gusta más que la mujer me toque con el acorde
de algún excéntrico instrumento que,
el glande con la punta de la lengua.
Que de su boca salgan cánticos celestiales
a versos de amor.
Que desnude el lienzo de su última pintura,
a que desnude sus senos.
Que me deleite con el movimiento de sus pies,
al compás de Tchaikovsky,
a que me haga gemir con el movimiento de sus caderas.
Por que ansío más el intercambio intelectual,
que el de sus fluidos a mi boca.
De la misma manera me encantaría tenerte así.
Ya que cuando te vayas, por que lo harás,
me dejarás tu sonrisa, tus recuerdos, tus aficiones.
Me dejarás parte de tu alma, de tu mente,
Y podré recortarte tal como eres,
Sin tapujos, sin máscaras.
Sabré que es lo que verdaderamente deseas en un hombre,
así podré esculpirme a imagen y semejanza de tus anhelos.

Ella -
¿Rechazarás ahora el calor de mi vientre?
¿Rechazarás el aroma de mi perfume en tu pecho?
¿Alejas tu pensamiento de mi desnudez?
¿No te das cuenta que te estoy dando morada en mis muslos?
Si rompieras mis vestidos en este momento,
no estaría más agradecida antes, una mujer con un hombre.
¡Arrebata mi intimidad! ¡Quítala!
¡Saciate! ¡No la desprecies! Que al hacerlo,
me matas súbitamente.

Él -
No sabes cuánto desearía tocarte.
Pero ambos sabemos nuestro lugar.
No quisiera que nos confundiésemos con nuestro rol.
Cada noche pienso, después de verte, que me basta,
que con verte sonreír es suficiente para mi alma.
Te busco entre la multitud.
Mi corazón se se debilita con tu ausencia.
Mis ojos lloran si no te encuentran.
Mi bandolón deja de serlo,
y se convierte en un simple bloque de madera.
Ya que su voz fue hecha especialmente para ti.
¡Cuánto quiero decirte vete!
Así no sufriríamos nunca los dos.
Déjame seguir tocando entre los charros mí bandolón.
Déjame seguir cantando música de Jimenez.
Pero veme, escúchame, ya que si no lo haces,
me matas súbitamente.

Estela de acero A.D.R.[2]

0010
En un bar de Chicago, se encontraba un mexicano.
Vestía pantalón vaquero y a la cadera, cinto piteado.
Botas de víbora, un paliacate rojo al cuello ajustado,
Cabello negro largo, con un tequila en la mano.

Tenía ojos negros, que dejaban al descubierto su alma.
El color de su piel se asemejaba al de la tierra,
Evidenciando sus raíces, de origen nahua.
Tocaba música ranchera, su bandolón denotaba calma.

Cantaba sin cesar, música de José Alfredo,
Todos le miraban y disfrutaban su canto,
Desaparecía súbito cualquier clase de miedo,
Y de felicidad a todos les provocaba llanto.

Entre todos había alguien al que le parecía hermoso,
La estructura de su cuerpo, el color de su piel,
Más que bello o atractivo, le parecía armonioso.
Su cantar, su forma de mirar, le parecía miel.

Era una fémina que se entusiasmaba
Con tan sólo la idea de tener una vez,
A ese azteca que en ese bar cantaba,
Todas las noches en punto de las diez.

Se imaginaba la excentricidad de su piel desnuda,
Sus manos tocándola por doquier,
Sentir la selva entre sus piernas y quedar muda,
O estar gimiendo hasta el amanecer.

Él sentía la mirada de aquella divina mujer,
la cual le ocasionaba cierto letargo,
El pensar que en sus brazos podría caer,
Lo hacía sudar por un momento largo.

Llegó el final de la actuación esa noche,
Eran ya, alrededor de la una de la mañana.
El músico casi llegaba a abrir su coche
Cuando a él se allegó la trémula americana.

Estela de acero A.D.R.[1]

0001
La luz del sol estaba sentada en una pequeña silla.
Frente a ella, se encontraba una pequeña niña.
Ambas platicaban sobre sus pesares,
Ambas, reían implacables de sus maldades.

El viento era otro fiel acompañante,
En gran manera es todo un caballero.
Irónicamente siempre es invariante,
Y a las citas, siempre era el primero.

En medio de ellos permanecía inerte una mesa,
Sin hablar, inmutada, era cálida, fría y tiesa.
Testigo de las indiscreciones de la chiquilla.
Bien sabía que ella era toda una pilla.

La mesa fue usada para charlar.
Para realizar inimaginables creaciones,
Así también, para de tristeza llorar,
Para llenar hojas blancas de colores.

Era una niña normal, con ojos, nariz y boca,
Pero su mente no le favorecía,
Pues era fiel, fuerte, y sólida como roca,
Y a las agresiones resistía.

Al igual que diabla, era toda dulzura.
Realizaba actos piadosos con premura.
Como cuando a Roberto el oso, los ojos le saltaron.
Sin pensarlo, ella luchó contra el mundo para curarlo.

Los demás al salir, la miraban con desprecio,
Pues siempre en su rostro, una risa portaba,
Jugaba, saltaba, tenía un espíritu necio,
Su cerebro circuitos y transistores llevaba.

Era la primera versión de su modelo.
Bonita la chamaquita, con rizos rubios y caireles.
Hermosos ojos azules como el cielo,
Mejillas rojas, suaves como pétalos de claveles.

Era la suplente de una niña normal.
Aún así, aquellos niños normales, groseramente la rechazaban.
Ella no comprendía, pues se veía igual.
Y aunque fuera como roca, de sus ojos lágrimas brotaban.

Sus padres, hijos biológicos no podían tener.
Pues problemas había en la genética.
Adoptivos no querían, no deseaban verlo perecer.
Así que mejor optaron por una robótica.

Su corazón palpitaba, sonaba como tambor,
Tenía ojos similares a los de su padre,
Una sonrisa preciosa, idéntica a la madre,
Si se pinchaba, también sentía dolor.

Entonces, ¿Por qué había padres que le temían?
¡Sudaba, lloraba, pensaba, se angustiaba, añoraba!
No había nadie quien la amara cuando sonreía
Por lo tanto, tan sólo con la luz del sol jugaba.

Estela de acero [Parte 1]

Después de de realizar la penúltima prueba sin lugar a dudas R. Bell Sullivan era el mejor de todos.


Su puntación sobrepasaba los 1000 RP, solo faltaba la última prueba que sería una de las más complicadas según decían todos en la Universidad.


La Universidad Robótica para el Estudio Humano, se había creado en el año 2200 D.E.R. (Después de la Era Robótica), con el principal propósito de que los robots aprendieran más acerca del comportamiento humanos, y crearles una profesión dependiendo de sus características y desarrollo en los diversos campos de estudio. En los primeros años hubo un gran descontento por parte del congreso, ya que temian que la población de la tierra se enterara, esto porque los terrícolas aún desconfiaban de los robots y no querían ocasionar otra revuelta en la que casi todos los robots fueron asesinados.


Pero después de la crisis mundial del 2400 el planeta entero hubiera caído en una guerra que hubiera ocasionado el fin de la civilización conocida, pero fue gracias al UREH y a sus mejores estudiantes que se logro revertir esa crisis. Esto ayudó a la Universidad ante el congreso para que siguieran enseñando a robots, para enfrentar este tipo de crisis.


R. Bell Sullivan, era un robot humanoide de nueva generación, creado para aprender como lo hacían los humanos en la antigüedad, tenían que hacerlo de este modo para que pudieran realizar tareas a las que serian asignados, sin tener influencias de algún humano en su programación, de este modo podrían ver el problema y resolverlo sin ningún tipo de influencia para beneficiar a alguien; los robots de la UREH eran capaz de distinguir entre bien y mal, conocían los sentimientos de los humanos, y aprendían dependiendo de la configuración de su cerebro positrónico. En pocas palabras el aprendizaje era parecido al humano, pero al contrario de ellos no podían equivocarse, su equivocación equivalía a una crisis como en la que hoy se encontraban los planetas. Y Bell debería defender a la humanidad de ella.


R. Bell entró a la oficina del Gobernador de la Universidad, una habitación amplia con un escritorio al fondo en las paredes todos los logros de la UREH, desde la recuperación de la economía gracias a R. Brand, hasta la solución de la última guerra espacial por el grupo de robots del comando Blatt.


Al llegar al escritorio una voz del que había sido director del colegio durante los últimos 120 años dijo:
-¡Bell! ¿Cómo estas? Adelante toma asiento… me di cuenta que sobrepasaste los 1000 RP ¡Excelente!, ¡Excelente!. Al parecer eres el adecuado para la tarea que se te asignará. Sabes muy bien que no puedes cometer errores o esto desataría la guerra galáctica que significaría el fin para muchas civilizaciones.


R. Bell asintió con la cabeza esperando mientras el gobernador hacia una pausa en la explicación:

-Como sabrás en la última reunión del Consejo Intergaláctico, se acordó que Sigma no sería anexado como parte de los territorios de Ómicron. Ya que Sigma es un planeta independiente y capaz de sustentarse por si mismo. También Sigma es el planeta que está en la frontera y a su vez mas cerca de la Tierra.


Hizo otra pausa y R. Bell hablo:


-Así es Gobernador, también me enteré que el Canciller de Ómicron no aceptó esta dedición del Consejo, y que aún así a comenzado el hostigamiento a Sigma, con un bloqueo de mercado. Tambien que si Ómicron puede hacerse de Sigma significará un punto importante en cuanto a estrategia política y militar en contra de la Tierra


-Así es Bell, el canciller no ha atacado a Sigma, sólo ha realizado el bloqueo alegando la perdida de una de sus naves mercantes en territorio de este lugar.


-Tu misión Bell, será evitar romper el bloqueo a Sigma y evitar que Ómicron le anexe a su dominio. Puede ayudar el saber que le sucedió a la nave mercante McQueen, al parecer es un verdadero misterio.


-Está bien Gobernador, imagino que tendré a un equipo de apoyo.


- Así es Bell tu equipo te espera en Ómicron. Llegando se te proporcionara de lo necesario para que realices esta misión, recuerda que debe de ser lo mas cautelosa posible.


-Está bien Gobernador. Cuente con ello.


-Una cosa mas Bell. Recuerda que nadie debe descubrir tu procedencia, eso pondría en aprietos a la Tierra.


Bell asintió con gentileza y salio de la oficina.